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martes, 11 de marzo de 2008

There will be blood

There will be blood, última película del director norteamericano P. T. Anderson es, sin lugar a dudas, un soplo de aire fresco para la nueva cinematografía americana.
Siguiendo la línea de clásicos antihéroes como el clásico Citizen Kane de O. Welles, Daniel Plainview (encarnado por Daniel Day Lewis en una magnífica actuación valedora de un gran número de premios además del Oscar a mejor actor principal) lleva inscrito en su propia historia la de toda la nación americana. Como señala Carlos F. Heredero en Cahiers (Febrero 2008, nº 9) "indagan en los cimientos históricos, en los mitos sociales, en la voracidad sin límites y en la trastienda moral del capitalismo americano". Esa intención de introducirse en los orígenes de su país, igual a Anderson con Welles y otros tantos cineastas americanos que han encontrado en el cine el mejor medio para intentar adentrarse en ese espacio oscuro y complejo.
En este sentido la construcción del personaje de D. Plainview demuestra un capacidad creativa realmente atractiva. Este personaje es el centro y eje de todo aquello que Anderson va enseñándonos de la mano de unas imágenes espectaculares (valedoras también de un Premio de la Academia a R. Elswit por su magnífica fotografía) en que los espacios vacíos y salvajes de los desiertos se mezclan con la aridez y la dureza del carácter del protagonista.
Por otro lado la reflexión sobre la influencia de la iglesia y su lucha por conquistar los "corazones" (o deberíamos decir los bolsillos) no deja de ser magnífica al proponernos una lucha entre dos demonios: Plainview y Eli Sunday -interpretado por P. Dano. En el caso del primer su nombre nos lleva a reflexionar sobre una mirada que intenta abarcarlo todo, tener el control sobre todo lo que está a su alcance. En caso de que alguien no esté a su lado se convierte en su enemigo, como finalmente sucede con su supuesto hijo. Por el otro lado Sunday nos promete un día soleado, una felicidad más allá de la dureza de los días de trabajo en la tierra. Cada uno es llevado por su ambición y su avaricia hacia una lucha por controlar a las personas que les rodean que no hacen más sino mostrarnos la vacuidad de los deseos de cada uno de ellos y su perversidad.
Sin duda, esta película (traducida en España como Pozos de ambición en lugar de Habrá sangre, título que parece mucho más atractivo y honesto con el original) necesita de una mirada atenta y reflexiva que no desespere. Y, probablemente aún más, con una mirada desde las impresiones que nos ha causado. Darse cuenta de cómo evoluciona un personaje, cómo todos los elementos que aparecen en escena juegan un papel fundamental para terminar de limarlo, a qué conduce el gran sueño americano, etc. nos llevarán a comprender que el film va mucho más allá de lo que es, que en su mostrarse apunta a una serie de cuestiones con una profundidad
En todo caso, P. T. Anderson ha demostrado que es hoy en día uno de los cineastas más importantes del panorama americano. Un panorama que parece apostar por una renovación, como es el caso de los hermanos Coen con su galardona No country for old men.

Un par de links interesantes:
Página oficial de la película
IMDB, para ver todos los datos técnicos y mucha más información

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