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viernes, 10 de octubre de 2008

Aplausos en Sitges

El miércoles decidí acercarme al Festival de Sitges para poder ver una de las películas que esperaba con más impaciencia este año: Blindness del brasileño F. Meirelles (Cidade de Deus, The constant gardener). Este film está basado en la enorme novela de Saramago Historia de la ceguera (lectura imprescindible, según mi opinión). Y, la verdad, la idea de Saramago es tan grande, tan brutal, tiene tanta fuerza... que es difícil hacer algo que no tenga un mínimo de interés. Y creo que la película de Meirelles no tiene un poco de interés sino mucho. Y, por deformación profesional, especialmente la fotografía de Cesar Charlone, de la que puede que escriba algo un día –esta no es la entrada para ello.
Pero en lugar de hablar de la película quería anotar una reflexión sobre una anécdota durante la proyección de la película. Sabemos que las proyecciones en festivales o premieres tienen el problema (o no) de un público con ganas de hacer notar su opinión... durante la proyección. Recuerdo que la premier de Batman (sí, yo estuve allí) fue horrible: calor en una sala que ha quedado anticuada y en la que no puedes ver una película con subtítulos porque no hay ángulo de visión posible desde platea; y muchos, muchos gritos, aplausos, etc., etc. Y visto el precedente, al iniciarse la película de Meirelles me temí lo peor: los continuos aplausos a todo lo que aparecía en la pantalla (anuncios del festival, etc.) prometían una sesión difícil. Pero fue todo lo contrario. La película consiguió que todos estuviéramos atentos únicamente a lo que sucedía en la pantalla.

Excepto en un momento.

Es el momento de avisar que quizás desvele algo del argumento aunque intentaré hacerlo de la manera más discreta posible.

En una situación de una tensión extrema no sólo por lo que está sucediendo en la secuencia sino por todo lo que viene sucediendo en la historia que narra el film, uno de los personajes decide acabar con la vida de otro. No le será fácil conseguirlo. Existen trabas físicas y morales. Pero una vez superadas las segundas lo consigue e inicia un conflicto entre grupos de intereses contrapuestos. La cuestión es que en el momento en que consigue escapar tras matar a su “enemigo” y cruzar una serie de amenazas con otro, el público estallo en un aplauso magnífico, silencioso, serio.

Un aplauso de aprobación.

Un aplauso de satisfacción.

Un aplauso de alivio.

Y un escalofrío me recorrió la espalda. Aplaudían un asesinato. Más allá de la justicia. Más allá de la ley. No pude evitar pensar que los humanos seguimos siendo eso, tan solo humanos, a pesar de todos los vestidos de leyes, normas y justicia que intentemos tirarnos por encima.

Tan solo humanos, poco cosa. Creo que algo de eso explica el libro y la película.


1 comentario:

Unknown dijo...

Por suerte, a pesar de ser tan sólo humanos, lo que nos diferencia a los unos de los otros es que hay humanos que tienen humanidad y, por desgracia, otros que nunca la tendrán.

tengo ganas de ver la peli, lástima que se terminaran las entradas tan pronto, me quedé con el gusanillo y ahora tengo q esperar a que la estrenen en el cine, aiiiis!

Un beso Rafita***